CUANDO DESCUBRES QUE ERES PAS
Recuerdo cuando oí hablar
por primera vez de la Alta Sensibilidad; mi primera reacción fue pensar “Pero ¿cómo
he podido vivir tantos años sin saber esto?”
Según iba leyendo a cerca
del rasgo, me llenaba de una sensación de alegría y alivio a la vez. Realmente,
es un momento especial. A partir de ahí, nada vuelve a ser igual.
Sin embargo, es un proceso
lento y laborioso el restructurar las experiencias del pasado en base a lo que
ahora ser sobre mí. Aprender a reconocer ciertas experiencias que se repiten en
tu vida, sin saber por qué te ocurren solo a ti (ahora sé que no soy la única).
Sé que lo que me ocurre,
como vivo las cosas, es “normal”; Y sé por qué las vivo así. También se, porqué
hay tanta personas que no lo comprenden.
Con el tiempo, aprendes a
gestionar la “sobresaturación”, a retirarte a tiempo y dedicar un tiempo para
ti, en soledad. A tomar decisiones, sin dejarte llevar por la necesidad de
“sobrereflexión”, y a centrar la atención para no dispersar tus pensamientos en
todo lo que percibes, continuamente.
Cuando descubres que eres
una persona con alta sensibilidad, y que hay otras personas como tú, ya no te
sientes tan incomprendida, ya no te
culpabilizas de lo que sientes, ni de como sientes. De querer ayudar a los
demás, y enfadarte cuando ves la injusticia a tu alrededor.
Efectivamente, la alta
sensibilidad es un regalo que nos ha hecho la vida, y es nuestra labor,
cuidarla, cuidarnos, de igual manera en que cuidamos a los demás, y dar al
mundo todo lo bueno que podemos aportar gracias al don.
¿a qué esperas? Salgamos al
mundo, y hagámoslo menos hostil.