CUANDO DESCUBRES QUE ERES PAS
Recuerdo cuando oí hablar
por primera vez de la Alta Sensibilidad; mi primera reacción fue pensar “Pero ¿cómo
he podido vivir tantos años sin saber esto?”
Según iba leyendo a cerca
del rasgo, me llenaba de una sensación de alegría y alivio a la vez. Realmente,
es un momento especial. A partir de ahí, nada vuelve a ser igual.
Sin embargo, es un proceso
lento y laborioso el restructurar las experiencias del pasado en base a lo que
ahora ser sobre mí. Aprender a reconocer ciertas experiencias que se repiten en
tu vida, sin saber por qué te ocurren solo a ti (ahora sé que no soy la única).
Sé que lo que me ocurre,
como vivo las cosas, es “normal”; Y sé por qué las vivo así. También se, porqué
hay tanta personas que no lo comprenden.
Con el tiempo, aprendes a
gestionar la “sobresaturación”, a retirarte a tiempo y dedicar un tiempo para
ti, en soledad. A tomar decisiones, sin dejarte llevar por la necesidad de
“sobrereflexión”, y a centrar la atención para no dispersar tus pensamientos en
todo lo que percibes, continuamente.
Cuando descubres que eres
una persona con alta sensibilidad, y que hay otras personas como tú, ya no te
sientes tan incomprendida, ya no te
culpabilizas de lo que sientes, ni de como sientes. De querer ayudar a los
demás, y enfadarte cuando ves la injusticia a tu alrededor.
Efectivamente, la alta
sensibilidad es un regalo que nos ha hecho la vida, y es nuestra labor,
cuidarla, cuidarnos, de igual manera en que cuidamos a los demás, y dar al
mundo todo lo bueno que podemos aportar gracias al don.
¿a qué esperas? Salgamos al
mundo, y hagámoslo menos hostil.
Desparaliza al miedo
Qué fácil es decirlo y tan difícil hacerlo,… El miedo, según la RAE es “Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario” y nuestra respuesta ante el mismo, varía de una persona a otra. Mientras a una le paraliza y le bloquea, otra persona responde con la huida.
Si bien es cierto que el miedo responde a una necesidad adaptativa para poder sobrevivir, hoy en día, lo hemos convertido en algo aprendido. Desde pequeñitos nos enseñan, y vamos aprendiendo e interiorizando los miedos que nos condicionarán a lo largo de la vida.
Para poder a vivir con ello, evitaremos el estímulo temido siempre que podamos. Crearemos una zona de confort, donde podamos controlar su aparición. Sencillo ¿No? Pues no. Hombre, es fácil, si a lo que tenemos miedo es un León y vivimos en Madrid, pero ¿Y si formamos parte de una tribu africana? Entonces las cosas cambian,…
Tampoco resulta fácil cuando el miedo es imaginario. No, no quiere decir que estemos locos. ¿Quién no ha tenido miedo tras una peli de terror? No es algo real, pero acojona. Sin ser tan evidente, nuestra mente crea e imagina situaciones que no son reales, ante las que la emoción de miedo es del todo real. Por poner un ejemplo, ante un evento en el que tenemos que hablar en público. Si tenemos miedo escénico nos adelantaremos a la situación e imaginaremos las más catastróficas situaciones que se nos pueden plantear, sin que todavía hayan ocurrido: se me va a olvidar, me voy a poner rojo, voy a tartamudear, se van a reír de mi,…. Y un sinfín de cosas.
Nos pasamos la vida huyendo de ellos o sufriendo. Una y otra vez ¿No te gustaría poder vivir sin esa angustia? Ufff. Pues puedes. Si, si hemos aprendido a tener miedo ¿por qué no desaprenderlo? Existen herramientas que nos facilitan el CAMBIO y lo podemos aprender.
Pero tenemos que estar preparados para CAMBIAR. Para salir de la zona de confort y desparalizar al miedo. Nuestro mayor miedo, el CAMBIO.
¿Estás preparado? Empezamos en tres, dos, uno….